Atreverse a un cambio de rumbo
La primera vez que bajé esquiando por una pista roja tenía 40 años, aún recuerdo esa sensación de objetivo cumplido y la satisfacción de cumplir el sueño de esquiar con mi familia. Tengo grabada esa imagen de sobrevolar en el telesilla las montañas nevadas en un día soleado con la emoción de atreverme a saltar y deslizarme por la ladera helada.
En momentos de cambio, traigo a mi mente esa imagen, para recordarme que no importa la edad para atreverse a dar un salto, un cambio de rumbo.
Uno de los efectos más evidentes de la pandemia es el confinamiento al que nos ha condenado. El aislamiento, ordenado por las autoridades o voluntario, conlleva una parada, una interrupción de la forma de vida a la que estábamos acostumbrados. Pero también nos brinda una oportunidad para la exploración interior de nuestros valores. Si, además, esta situación coincide con un momento de inflexión en tu carrera profesional, te preguntas ¿y ahora qué? ¿Por dónde empezar?
A veces, como dice Valentín Fuster, es vital “parar para reparar”. En este post quiero compartir algunas ideas que pueden ser útiles para afrontar el ejercicio de introspección para que pueda transformarse en un impulso, un atrevido comienzo para emprender un nuevo proyecto profesional.
El cierre de una etapa laboral siempre genera cierta desazón y dudas. Una de las primeras que aparece es, y ahora ¿cómo voy a presentarme ante los demás? Con los años de ejercicio profesional, se llega a perder la propia identidad para ser reconocido por el puesto o la función que se ejerce, hasta el punto de que en lugar de preguntarnos ¿tú quién eres? directamente te interrogan sobre lo que haces o a qué te dedicas. En realidad, quien simplifica de esa manera el interés por otra persona lo que de verdad se cuestiona es para que puedes servirle. Ignoran el valor intrínseco como persona y filtran su percepción, su valoración, por la historia profesional que esa persona atesore.
Ese descubrimiento es muchas veces inesperado y sorprendente y tras la perplejidad inicial no queda otra que sondearnos a nosotros mismos para recuperar la propia identidad. El método IKIGAI de Héctor García y Francesc Miralles puede ser una herramienta para hacer ese ejercicio íntimo. Se basa en cuatro pilares. Primero, conocer las cosas que nos apasionan; el segundo, averiguar que se nos da realmente bien; tercero, identificar aquello que por lo que te pagarían; y el cuarto, aquello que cada uno puede hacer para mejorar el mundo. De la combinación de estos pilares surge:
· Tu pasión, cuando coinciden lo que te apasiona con lo que se te da bien.
· Tu profesión, aquello que se te da bien y por lo que están dispuestos a pagarte.
· Tu vocación, lo que puedes hacer por el mundo y pueden pagarte.
· Tu misión, lo que te apasiona y el mundo necesita.
Para completar este ejercicio de introspección hay una herramienta muy poderosa y es el feedback. A lo largo de nuestra vida, hemos recibido el consejo de nuestros padres, de nuestros profesores, de nuestros jefes, y en muchos de estos casos era un feedback que llegaba sin que lo pidiéramos, sin esperarlo, a veces a bocajarro, y aun así nos ayudó a crecer. Imagina lo poderoso que puede ser pedir tú directamente ese feedback. Solicitar la opinión de personas que para ti son referentes, es crucial para conocerte y diagnosticarte.
Atrévete y levanta la mano, pide feedback y escucha para entender, no para responder, ni ponerte a la defensiva, sino para comprenderlo y actuar.
Los cierres de etapa profesional son una excelente oportunidad para aceptar los cumplidos y las sinceras palabras de los que han sido tus compañeros de viaje. Gracias a esas conversaciones puedes internalizar tus logros, y eso hará que estés preparado para las nuevas oportunidades que están por llegar. Muéstrate agradecido y visualiza lo que otros ya han visto antes que tú.
Cuando estaba cerrando mi etapa en Ferrovial después de tantos años, en las conversaciones de despedida con muchos compañeros, generosos en sus apreciaciones y cariñosos en sus formas, se generó un clima muy propicio para pedirles feedback, y que pudieran responderme a una pregunta esencial para trazar tu nuevo rumbo. En tu opinión, ¿Qué crees que hago bien de forma natural? Escuchar lo que los ojos de otros ven en ti como fortalezas, no sólo es un excelente ingrediente para la autoestima sino para construir una imagen futura de lo que podría ser tu nuevo reto profesional para volver a brillar.
Sueña, no te pongas límites
Avanzar da vértigo, sabes lo que dejas, pero no sabes lo que te vas a encontrar. Nosotros mismos somos los que nos ponemos límites así que depende de nosotros el quitarlos, y dar un paso hacia delante. Trazate el rumbo, mira dónde quieres llegar, sueña, visualizalo porque si no sabes dónde vas no llegarás nunca.
En ese camino que te has trazado, persiste con los ojos de aprendiz, para poder preguntarte ¿qué tengo que dejar de hacer ahora? ¿qué tengo que soltar? ¿Qué nuevos aprendizajes tengo que incorporar? Sigue con determinación para salir de tu zona de confort y explora más allá de tus propias barreras.
Trátate bien
Qué importante es el ser amable con uno mismo. Hay un concepto del psicólogo Martin Seligman que me parece esencial para la vida, y es la capacidad de perdonarse a sí mismo, la autocompasión entendida como la aceptación hacia nuestra vulnerabilidad.
Decimos que esta vida nos impone muchas obligaciones, “Tengo que hacer esto” “Ahora debería ponerme con esto otro”… Los famosos “Tengo que”. Esta autoexigencia viene marcada por la culpa a la hora de tener que elegir. Cuantas veces muchos hombres y mujeres, a lo largo de su carrera, se han hecho la pregunta de si el aprovechar las oportunidades profesionales estaría pesando en la atención a sus hijos.
Hoy todavía, en el caso de las mujeres existe esta confrontación permanente del rol familiar y el rol profesional. A tenor de las estadísticas, en Europa las mujeres gastan el doble de tiempo haciendo tareas domésticas que los hombres. Esta carga no hace más que alimentar la autoexigencia que nos imponemos.
Concentra tu energía
A veces perdemos mucha energía en aparentar lo que no somos. Centramos nuestros esfuerzos en colorear los dibujos que han pintado otros sin pararnos a pensar qué cuadro es el que quieres pintar tú, ese en el que realmente deberías concentrar tus energías.
Hay un concepto que para mí está conectado con esta energía de la que hablo. Es el concepto de La Zapatilla de Cristal, que hace referencia a la desmotivación que se produce en algunas mujeres en su aspiración por alcanzar puestos ejecutivos, como consecuencia de un ambiente laboral que no les satisface. El trabajo no debe vivirse de una manera que absorba tu energía interior, que te anule y limite a colorear lo que han pintado otros. Pregúntate y decide el destino de tu valiosa energía, ¿a tu propio dibujo o a colorear el de otros?
Ten presente a tus referentes
Una clave de tu propio rediseño es el aprendizaje crítico a partir de las experiencias de otros profesionales a los que consideres referentes. Identifica a aquellas personas que más te han ayudado a crecer, a animarte a intentar cosas nuevas, personas que han creído y depositado su confianza en ti y que cuando te miran o te miraban no lo hacían por lo que hacías, sino por lo que podías llegar a ser.
Tal vez comiences a parecerte a esos referentes, es algo natural, son las llamadas “neuronas espejo”. Lo importante es que aprendas de otros, que sientas curiosidad y admiración por lo que consiguieron, eso te dará pistas para orientar tu carrera, para impulsarte en los momentos de duda.
Si ellos y ellas pudieron, tú también. Como decía Mandela “soy el dueño de mi destino, soy el capitán de mi alma”.
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